04 agosto, 2009

Hacer la personal

El jugador intenta el movimiento soñado.

Maneja el balón como si fuera con la mano.

Lo domina, lo acaricia, lo prepara para un potente disparo.

Amaga una vez, dos veces, engancha y le da el sablazo.

Revienta la red. La infla con gran categoría y contundencia.

Levanta los brazos, se llena de gloria.

Es en ese momento en que ve la cancha totalmente vacía.

Ni una mosca vio su golazo.

Piensa que la próxima vez tiene que jugar en equipo. Tirar una pared o habilitar a otro jugador.

Porque así, haciendo la personal, le da la sensación que está demasiado solo.